Vestigios de Sergio Bedoya, una exposición para encontrarse -

Vestigios de Sergio Bedoya, una exposición para encontrarse

Publicado el 5 - 12 - 2019 | Por: Felipe Sánchez Hincapié

Fuerza, color y luz. Todo eso resalta con particular embrujo en las pinturas de Sergio Bedoya, quien además de lograr un equilibrio entre tensión y serenidad, le rinde honor a la pintura en su estado puro. Cada montaña, río o rayo de luz que Bedoya pinta con pasión, son vestigios de un paisaje en el que es fácil perderse y encontrarse a la vez. Verlas, además de una inevitable sacudida, provoca una epifanía que al espíritu marcará para siempre.

“La pintura es para mí bastante efectiva en cuanto a detonar visiones generadas por la memoria del cuerpo: en su gestualidad, en su temperamento, en sus afecciones. El carácter evocador de la pintura es lo más importante para mí, para reconocer en ésta lo que soy, lo que he sido y lo que deseo”, asegura Bedoya con la seguridad de quien se sabe que vive por y para la pintura.

Para Bedoya primero fue el dibujo, “un deseo intuitivo” que en la adolescencia se desplazó hacia la pintura y que lo llevó a estudiar en la Escuela Superior Tecnológica de Artes Débora Arango del municipio de Envigado, “lugar que fue fundamental en el desarrollo de mi oficio como pintor, gracias a la empatía con los profesores y compañeros, bastante enfocados en profundizar en las técnicas y en la historia del arte”.

Tras cursar cinco semestres en la Débora Arango, decidió retirarse debido a los cambios en la administración y el equipo docente, y continuó sus estudios de Artes Plásticas en la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, institución que hoy considera vital para su formación como artista porque en ella pudo capitalizar todo lo aprendido en la Débora y ser consciente de “llevar a nivel profesional lo que venía siendo una obsesión dictada por la intuición”.

Aunque el compartir inquietudes y pasiones con sus compañeros y profesores fue bastante estimulante para entregarse a la pintura como oficio, cuando presentó su tesis de grado abandonó la universidad por motivos personales. El taller se convirtió en su refugio y allí pudo estar “enfocado íntimamente en la pintura como expresión directa de la vida que estaba llevando”.

“Paradójicamente abandonar la universidad sin recibir la titulación me llevaría a que la obra surgiera en el ámbito profesional. Toda la obra que desarrollé cuando decidí dedicar el tiempo completo en mi taller, fue despertando interés expositivo y comercial. Mi ambición con la academia nunca ha sido conseguir títulos, ha sido mi constancia con el oficio lo que me ha permitido desarrollar mi trabajo profesionalmente. La academia y la vida misma son el detonante que me ha llevado a querer confrontar mi obra de forma autodidacta”, agrega.

La ausencia de títulos no fue un impedimento para hacerse a un lugar en la nada fácil escena artística local, porque son sus pinturas precisamente las que han cautivado a espectadores, compradores y artistas. Todos ellos admiran sus pinceladas sinceras, el respeto por la técnica que transmite en cada rincón del lienzo y los contrastes que, sin artificios, plasma como un avezado observador de la naturaleza y del ser humano: la vida y la muerte, el caos y el orden, el ruido y el silencio, la luz y la oscuridad.

Luego de participar en varias exposiciones colectivas y realizar dos individuales, Bedoya realiza su tercera exposición individual y el lugar escogido no pudo ser más idóneo: el Museo MAJA, ubicado en el bello e histórico municipio de Jericó, Antioquia.

La exposición, que estará abierta al público en la sala Luis Fernando Peláez hasta enero de 2020, está conformada por ocho pinturas en acrílico con las que Bedoya, a partir del paisaje como autorretrato o más bien como “vestigio de su temperamento”, quiere que el espectador vea su vida reflejada en todas ellas porque, como él mismo dice, “estamos atravesados por la humanidad, nos une el cosmos del que estamos hechos”.

Como artista no puede ocultar su emoción porque así ya tenga varias exposiciones en su haber, el acto de exponer siempre será para él una oportunidad de revisar los paisajes en lo que se ha situado y plasmado en sus pinturas con determinación.

“Para mí cada pintura, cada paisaje, es un lugar al que he llegado después de mucho caminar”, concluye este caminante de la pintura.

Imagen de portada: Inminente. Acrílico sobre lienzo.100x120cms. 2019